Una pesada carga
La razón por la que alguien decide no leer un libro, no es debido a los cientos de páginas, o a causa de las muchas letras y pocos dibujos, sino como resultado de la carga inmaterial originada por los promotores, que lo han convertido en algo inalcanzable y poco interesante.
En el ánimo de ayudar en la promoción, el inexperto promotor (por más erudito que sea), termina por incrementar el número de lectores potenciales, que caen en las redes extendidas de cualquier entretención, pero menos en la que ellos buscaban.
Y es que algo simple como una historia envuelta en papel, la van convirtiendo -hasta eso que con buena intención- en un documento tan ajeno al sentir de un prójimo común y corriente, que tiene como resultado el rechazo, por considerarlo un elemento extraño, y, por si fuera poco, un latente originador de problemas.
Al recorrer un centro comercial, es posible toparse con señoras sentadas en bancas, absortas en las páginas de las novelas de ‘Bianca’, las cuales, dicho sea de paso, están integradas por sólo texto y ninguna ilustración: ‘Bianca ofrece fantasías modernas. Sus heroínas son mujeres independientes que no temen tomar la iniciativa y sus héroes son el tipo de hombre que gustaría a cualquier mujer. La relación entre estos dos personajes está siempre envuelta en el romance, con escenas de amor explícitas’, revela el sitio de internet, de la empresa editora de esos relatos, entre los cuales se encuentra también ‘Jazmín’, ‘Julia’, ‘Deseo’.
Lo anterior, viene a romper con la falsa creencia de que el posible lector, prefiere lo visual como apoyo en el proceso de lectura.
En el mismo centro comercial, en una plaza, en un autobús, o en general, en cualquier sitio, los escasos lectores (comparados, por supuesto, con el resto de la población que se encuentra en el mismo sitio, y al mismo tiempo, que los sujetos en mención) tienen en sus manos todo tipo de textos, a excepción de esos que tanto añoran los cultos soñadores: bella literatura.
Pocos o muchos lectores, eso es lo de menos en estos momentos, la clave aquí para los promotores, es aceptar que la estrategia de ensalzar lo que sin duda tiene un enorme valor sociocultural (nadie cuestiona el aporte de la literatura en algunos campos), lejos de ayudar termina por espantar.
Una novela aceptada por los círculos literarios, contiene los mismos elementos, la misma trama o argumento (aunque distinta forma de redacción, lo cual abre la posibilidad para otra pista) que un relato poco serio en términos de reconocimiento público.
Solo que la novela ‘culta’ lleva sobre sí un pesado lastre creado por lectores a lo largo de generaciones, quienes le han otorgado diversos atributos mas allá de lo que un simple manojo de papel con letras impresas pueda tener. Una novela ‘intelectual’ es -según sus adoradores-, liberadora de mentes, promotora de la imaginación, fuente de sabiduría, profesora de idiomas, historiadora, nana, amante, amiga, y quién sabe cuántas cosas más.
Pero el lector potencial no busca eso (por lo menos la mayoría de las personas que no son consumidores de literatura) o no de forma tan evidente. Pareciera ser que cuando alguien decide emprender la labor de leer, toma lo que lo haga sentir más tranquilo y menos ofendido –para que en caso de que la lectura resulte aburrida y decida abandonarla, no exista cargo de conciencia-, y una ‘bella obra’ es justamente todo lo contrario.
El problema pues, llega por el lado de la mitificación del libro, sobre todo cuando se descubren casos de personas que, desconocedoras de la trayectoria de un autor, de su obra, y de las presuntas bondades que el documento posee, lo leen y lo disfrutan.
El punto 9 del ‘Decálogo de la promoción eficaz’, plantea lo siguiente:
9) Desmitificar al libro, su contenido y al autor: No hay algo que complique más el acercamiento entre dos entes, como la falta de empatía; un libro es sólo un trozo de papel con tinta, el contenido vale en la medida que sea descifrado por el lector, y el resultado no siempre coincide con lo que el escritor quiso decir; el autor, por su parte, es un simple ser humano que encontró, en compartir experiencias, su forma de vida, pero hasta ahí. http://victormartinezceniceros.blogspot.com/2007/04/el-declogo-de-la-promocin-eficaz.html
Los caminos para posibles soluciones sobre este intrincado tema, son menos complicados de lo que parece; hace falta una buena dosis de voluntad, pero también de apertura, de arrojo, y un poco de ingenio.
En el ánimo de ayudar en la promoción, el inexperto promotor (por más erudito que sea), termina por incrementar el número de lectores potenciales, que caen en las redes extendidas de cualquier entretención, pero menos en la que ellos buscaban.
Y es que algo simple como una historia envuelta en papel, la van convirtiendo -hasta eso que con buena intención- en un documento tan ajeno al sentir de un prójimo común y corriente, que tiene como resultado el rechazo, por considerarlo un elemento extraño, y, por si fuera poco, un latente originador de problemas.
Al recorrer un centro comercial, es posible toparse con señoras sentadas en bancas, absortas en las páginas de las novelas de ‘Bianca’, las cuales, dicho sea de paso, están integradas por sólo texto y ninguna ilustración: ‘Bianca ofrece fantasías modernas. Sus heroínas son mujeres independientes que no temen tomar la iniciativa y sus héroes son el tipo de hombre que gustaría a cualquier mujer. La relación entre estos dos personajes está siempre envuelta en el romance, con escenas de amor explícitas’, revela el sitio de internet, de la empresa editora de esos relatos, entre los cuales se encuentra también ‘Jazmín’, ‘Julia’, ‘Deseo’.
Lo anterior, viene a romper con la falsa creencia de que el posible lector, prefiere lo visual como apoyo en el proceso de lectura.
En el mismo centro comercial, en una plaza, en un autobús, o en general, en cualquier sitio, los escasos lectores (comparados, por supuesto, con el resto de la población que se encuentra en el mismo sitio, y al mismo tiempo, que los sujetos en mención) tienen en sus manos todo tipo de textos, a excepción de esos que tanto añoran los cultos soñadores: bella literatura.
Pocos o muchos lectores, eso es lo de menos en estos momentos, la clave aquí para los promotores, es aceptar que la estrategia de ensalzar lo que sin duda tiene un enorme valor sociocultural (nadie cuestiona el aporte de la literatura en algunos campos), lejos de ayudar termina por espantar.
Una novela aceptada por los círculos literarios, contiene los mismos elementos, la misma trama o argumento (aunque distinta forma de redacción, lo cual abre la posibilidad para otra pista) que un relato poco serio en términos de reconocimiento público.
Solo que la novela ‘culta’ lleva sobre sí un pesado lastre creado por lectores a lo largo de generaciones, quienes le han otorgado diversos atributos mas allá de lo que un simple manojo de papel con letras impresas pueda tener. Una novela ‘intelectual’ es -según sus adoradores-, liberadora de mentes, promotora de la imaginación, fuente de sabiduría, profesora de idiomas, historiadora, nana, amante, amiga, y quién sabe cuántas cosas más.
Pero el lector potencial no busca eso (por lo menos la mayoría de las personas que no son consumidores de literatura) o no de forma tan evidente. Pareciera ser que cuando alguien decide emprender la labor de leer, toma lo que lo haga sentir más tranquilo y menos ofendido –para que en caso de que la lectura resulte aburrida y decida abandonarla, no exista cargo de conciencia-, y una ‘bella obra’ es justamente todo lo contrario.
El problema pues, llega por el lado de la mitificación del libro, sobre todo cuando se descubren casos de personas que, desconocedoras de la trayectoria de un autor, de su obra, y de las presuntas bondades que el documento posee, lo leen y lo disfrutan.
El punto 9 del ‘Decálogo de la promoción eficaz’, plantea lo siguiente:
9) Desmitificar al libro, su contenido y al autor: No hay algo que complique más el acercamiento entre dos entes, como la falta de empatía; un libro es sólo un trozo de papel con tinta, el contenido vale en la medida que sea descifrado por el lector, y el resultado no siempre coincide con lo que el escritor quiso decir; el autor, por su parte, es un simple ser humano que encontró, en compartir experiencias, su forma de vida, pero hasta ahí. http://victormartinezceniceros.blogspot.com/2007/04/el-declogo-de-la-promocin-eficaz.html
Los caminos para posibles soluciones sobre este intrincado tema, son menos complicados de lo que parece; hace falta una buena dosis de voluntad, pero también de apertura, de arrojo, y un poco de ingenio.