Lo que provoca el 'buen gusto'
Alguien sin tradición lectoral, no se fija mucho en la correcta utilización de las reglas gramaticales, ni en cómo se acomodan las frases para que parezcan ‘bellas’ y nada cursis; solo es suficiente entender el mensaje, porque lo importante es el fondo y no la forma.
Por esa razón millones de personas sucumbieron ante el poema ‘La Marioneta’: ‘Si por un instante Dios se olvidara/ de que soy una marioneta de trapo/ y me regalara un trozo de vida,/ posiblemente no diría todo lo que pienso,/ pero en definitiva pensaría todo lo que digo’… (Es posible leer el texto completo en: http://www.rompecadenas.com.ar/marquez.htm )
El texto, una creación de un ventrílocuo mexicano, fue atribuida al escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien de acuerdo a diversas fuentes localizadas vía internet, hizo tremendo berrinche: "Lo que más me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quien escribió una cosa tan cursi"; aunque luego, según otros sitios, la cosa llegó a un final feliz con el encuentro entre ambos personajes y la aclaracion de los malos entendidos (una anécdota sobre este hecho, con foto incluida de los personajes involucrados, puede encontrarse en: http://www.etcetera.com.mx/pag12ne69.asp )
Como suele ocurrir con el manejo de lo ‘culturalmente correcto’, fueron los menos, quienes rasgaron sus vestiduras (‘Es raro esto de las atribuciones, hay sitios y revistas literarias "serias" que han reproducido estos textos. No sé por qué pasarán estas cosas, pero pasan’, se preguntó un ingenuo editor de blogs) y los más, quienes gozaron con el texto y formaron una cadena a prueba de desmentidos.
El problema radica en el peso que suelen tener las posiciones ‘correctas’, dentro del mundo de las letras, y no tanto porque la censura a lo cursi, evite que un ‘no lector’ disfrute con algo ‘horrendo’ (que sí suele ocurrir en algunas ocasiones), sino que impide que los productores, los editores de textos e incluso los promotores de lectura, se aventuren en explorar nuevos mercados - o segmentos de mercado marginados-, a través de trabajos novedosos.
Cualquier observador de los aspectos relacionados con la lectura, entiende básicamente dos cosas: Que los hábitos y los gustos de lectura de la mayoría, incluido un ‘no lector’ o un lector en ciernes, no están de acuerdo con lo que el estándar cultural establece.
Un promotor de lectura comprometido, o un escritor en sus inicios, debe de saber (y de hecho, lo sabe) qué hacer para lograr incrementar el número de nuevos lectores, pero no lo hace, por que le queda claro que tendrá que enfrentarse a la poderosa censura de quienes defienden el ‘buen gusto’.
Esa es la razón por la que terminan por actuar como las reglas no escritas lo definen, muy a pesar de que ese proceder, solo servirá para justificar que se hace algo por mejorar el entorno, pero sin obtener resultados; de ahí el por que surjan eventos alejados del sentir del grueso de la población, de lo que un mortal ordinario esperaría: Novelas eruditas, ferias de libros, festivales artísticos elitistas.
Debe de ser doloroso para un ‘culto’, toparse con la revelación de que existe alguien incapaz de disfrutar a niveles elevados, lo que la ‘bella’ literatura es capaz de proporcionar, y más doloroso aun, descubrir que el ‘lector ordinario’, se conforma –por ejemplo- con los ‘Instantes’, poema relacionado erróneamente, con Jorge Luis Borges:
‘Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad...’
Pero ese conflicto, no solo se circunscribe a la esfera literaria, sino que permea a otros ambientes, como el mundo académico, en donde es posible toparse con trabajos redactados por un autor, que transmite estar mucho más preocupado por convencer a sus similares de que se sabe sobre lo que se escribe, que de dejar en claro la idea que pretende compartir.
Pero lo peor de todo, es que en ambas situaciones (la literaria, y la académica), el comportamiento ‘correcto’ es tan influyente, que ha definido una escuela que debe seguirse por quien pretenda ser aceptado, y es ahí, en donde terminan por afectar a millones de seres, orillados a convertirse en consumidores furtivos de ‘literatura chafa’.
Por esa razón millones de personas sucumbieron ante el poema ‘La Marioneta’: ‘Si por un instante Dios se olvidara/ de que soy una marioneta de trapo/ y me regalara un trozo de vida,/ posiblemente no diría todo lo que pienso,/ pero en definitiva pensaría todo lo que digo’… (Es posible leer el texto completo en: http://www.rompecadenas.com.ar/marquez.htm )
El texto, una creación de un ventrílocuo mexicano, fue atribuida al escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien de acuerdo a diversas fuentes localizadas vía internet, hizo tremendo berrinche: "Lo que más me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quien escribió una cosa tan cursi"; aunque luego, según otros sitios, la cosa llegó a un final feliz con el encuentro entre ambos personajes y la aclaracion de los malos entendidos (una anécdota sobre este hecho, con foto incluida de los personajes involucrados, puede encontrarse en: http://www.etcetera.com.mx/pag12ne69.asp )
Como suele ocurrir con el manejo de lo ‘culturalmente correcto’, fueron los menos, quienes rasgaron sus vestiduras (‘Es raro esto de las atribuciones, hay sitios y revistas literarias "serias" que han reproducido estos textos. No sé por qué pasarán estas cosas, pero pasan’, se preguntó un ingenuo editor de blogs) y los más, quienes gozaron con el texto y formaron una cadena a prueba de desmentidos.
El problema radica en el peso que suelen tener las posiciones ‘correctas’, dentro del mundo de las letras, y no tanto porque la censura a lo cursi, evite que un ‘no lector’ disfrute con algo ‘horrendo’ (que sí suele ocurrir en algunas ocasiones), sino que impide que los productores, los editores de textos e incluso los promotores de lectura, se aventuren en explorar nuevos mercados - o segmentos de mercado marginados-, a través de trabajos novedosos.
Cualquier observador de los aspectos relacionados con la lectura, entiende básicamente dos cosas: Que los hábitos y los gustos de lectura de la mayoría, incluido un ‘no lector’ o un lector en ciernes, no están de acuerdo con lo que el estándar cultural establece.
Un promotor de lectura comprometido, o un escritor en sus inicios, debe de saber (y de hecho, lo sabe) qué hacer para lograr incrementar el número de nuevos lectores, pero no lo hace, por que le queda claro que tendrá que enfrentarse a la poderosa censura de quienes defienden el ‘buen gusto’.
Esa es la razón por la que terminan por actuar como las reglas no escritas lo definen, muy a pesar de que ese proceder, solo servirá para justificar que se hace algo por mejorar el entorno, pero sin obtener resultados; de ahí el por que surjan eventos alejados del sentir del grueso de la población, de lo que un mortal ordinario esperaría: Novelas eruditas, ferias de libros, festivales artísticos elitistas.
Debe de ser doloroso para un ‘culto’, toparse con la revelación de que existe alguien incapaz de disfrutar a niveles elevados, lo que la ‘bella’ literatura es capaz de proporcionar, y más doloroso aun, descubrir que el ‘lector ordinario’, se conforma –por ejemplo- con los ‘Instantes’, poema relacionado erróneamente, con Jorge Luis Borges:
‘Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad...’
Pero ese conflicto, no solo se circunscribe a la esfera literaria, sino que permea a otros ambientes, como el mundo académico, en donde es posible toparse con trabajos redactados por un autor, que transmite estar mucho más preocupado por convencer a sus similares de que se sabe sobre lo que se escribe, que de dejar en claro la idea que pretende compartir.
Pero lo peor de todo, es que en ambas situaciones (la literaria, y la académica), el comportamiento ‘correcto’ es tan influyente, que ha definido una escuela que debe seguirse por quien pretenda ser aceptado, y es ahí, en donde terminan por afectar a millones de seres, orillados a convertirse en consumidores furtivos de ‘literatura chafa’.
1 Comentarios:
Si, son conocidos estos pequeños fraudes que han alcanzado una amplia difusiòn tomando el nombre de famosos escritores, pues circularon ampliamente de mano en mano, el llamado Instantes y por internet, el de La Marioneta. Creo que el problema para los no lectores no es que lean mala literatura, sino que no lean en absoluto. Los que leen estos poemas ya se salvaron, seguro van a seguir buscando màs de este corte, y tal vez un dìa de estos lleguen a "Poesìa en Movimiento". Creo yo que tiene màs posibilidades de desarrollo, el que lee algo, aunque sea de mala calidad, que el que està totalmente cerrado y que con orgullo afirma "yo no he leìdo nunca un libro completo" (Declaraciòn por escrito de un estudiante de noveno semestre de una escuela de la UABC)
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