jueves, marzo 29, 2007

Buenas intenciones no bastan

Resulta complicado que alguien pueda modificar su manera de entender algo, sobre todo cuando por convicción o conveniencia, lleva mucho tiempo en esa creencia.

El problema se agrava al desconocerse la existencia de otras opciones, o peor aun, cuando, conociéndolas o sospechando de ellas, se cierra los ojos.

Los investigadores en el ámbito de la lectura, en contubernio con los promotores oficiales y oficiosos, se afanan en la lucha por teorizar, primero, y luego cambiar las creencias de los otros, sin intentar siquiera, hacer algo distinto con las suyas.

Emilia Ferreiro, durante el I Encuentro de Promotores de la Lectura, en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, colocó el dedo en donde más debe de dolerle a ciertos personajes: ‘Es evidente que estamos promoviendo una interacción entre lectura y escritura que no es habitual en el pensamiento de los promotores de la lectura…

‘Ser “promotor de lectura” es una posición peligrosa… por que se presta a la autocomplacencia… Cuando se promueven actividades que, de por si y por si mismas son consideradas “mas allá de toda sospecha”, se genera inevitablemente un espacio para la autocomplacencia; quiero decir, para que las intenciones justifiquen las acciones… la promoción de la lectura requiere respuestas innovadoras, identificación de nuevas profesiones con las cuales asociarnos, uso de las nuevas tecnologías’ (‘Nuevas lecturas, nuevos lectores’, http://www.fil.com.mx/)

La clave a entender es, si se ha sido capaz de conocer a la perfección al lector potencial para lograr una promoción eficaz, porque una cosa son los demasiados estudios sobre la materia, y otra distinta es el resultado de todos esos buenos deseos empaquetados en forma de libro, reportes científicos, encuestas.

Al igual que las múltiples reflexiones basadas en estudios sobre la materia, Guadalupe Chávez Méndez, también se cuestiona, ‘¿cómo generar en el ser humano una conciencia reflexiva que le permita clarificar sus criterios de elección y selección literaria?’, (La lectura masiva en México: Apuntes y reflexiones sobre la situación que representa esta práctica social. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, # 021).

Como una actividad ‘empíricamente observable’ –según el promotor francés Michel Peroni-, la lectura tiene preguntas y respuestas más simples y terrenales (‘La vida enseña siempre más que el Extraño Camino de Santiago, pero no tenemos mucha fe en las enseñanzas de la vida’, escribió Paulo Coehlo, en ‘El Peregrino’, Grijalbo 2005); una de ellas puede ser, plantear el valor real de dicha práctica tal y como la entendemos hoy en día, ante la consolidación de la era digital.

‘Los alumnos deben crecer educados en la multiplicidad de los soportes y modalidades de la información, y eso les va a servir mucho en un medio (como el digital), extremadamente variado y flexible’, expone José Antonio Millán, en ‘La lectura y la sociedad del conocimiento’.

O ir mas lejos todavía: valdría la pena cuestionar si esta lucha (la promoción de la lectura, como se entiende en la actualidad en el ámbito 'culto') tiene posibilidades de salir victoriosa, basándose en las herramientas y las estrategias implementadas.

Al interpretar algunos datos de la Encuesta Nacional de Lectura 2006, Gerardo Ochoa Sandy, establece que casi el 80% de los entrevistados no les gusta leer (‘Leer en Mexico’, revista ‘Este Pais’, marzo 2007). Lo sorprendente de todo esto no son las revelaciones, por que esas surgen de cada estudio, reflexión, trabajo académico o de una simple opinión carente de sustento documental, sino que ante este hecho, las cosas sigan por el mismo camino de los buenos deseos.

Tal vez, de forma inconsciente, algunos personajes involucrados en el mundo académico-cultural, trabajan para que las condiciones sigan igual, de otra manera, las respuestas actuales salen de toda lógica de la vida cotidiana.

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