martes, diciembre 05, 2006

Los caminos de la lectura

La mayoría de las personas organizadas para promover la lectura, dedican sus esfuerzos a la niñez y a la juventud, como si el adulto no tuviera remedio (una muestra en: http://www.planlectura.es/instituciones01.html).

Aunque tal vez, exista una posibilidad real que explique ese hecho: En el pequeño, los avances tienen manifestación casi inmediata, lo cual representa una motivación para quien promueve, cosa que no ocurre con los adultos; además, siempre es menos complicado modificar conductas, en las primeras etapas de la vida.

Pero ese no es el chiste, la idea es localizar o mejor dicho, definir acciones precisas y eficaces que permitan a alguien, ver en el conocimiento vertido al libro, un posible instrumento; se trata de encontrar la llave adecuada que abra entornos diferentes.

Sin embargo, sería iluso esperar que una vez dado en el clavo (con esto quiero decir, que se encuentre él o los porqués suele evitarse la lectura, y como resultado, se definan estrategias), de repente miles de personas, vuelquen, literalmente, por las bibliotecas o librerías.

Aquí la idea es quitarle todo ese velo de inalcanzable a una actividad enriquecedora, para convertirla en lo que es: una herramienta más para la construcción armónica del ser en su entorno social.

Porque quizá, uno de los mayores obstáculos respecto a la promoción de la lectura camina de la mano de la literatura (Mas detalles en :http://victormartinezceniceros.blogspot.com/2006/08/lectura-y-literatura.html ).

Bertrand Russell en ‘La conquista de la felicidad’ (editorial Debate, España, 2000) escribió hace cerca de 70 años, respecto a un vicio común hasta hoy día: ‘Los corrillos literarios no tienen contacto vital con la vida de la comunidad, y dicho contacto es necesario para que los sentimientos humanos tengan la seriedad y la profundidad que caracterizan tanto a la tragedia como a la auténtica felicidad’.

Porque los estilos puros y bellos que intentan convencer a unos cuantos, tienden a dominar e imponerse, situación que termina alejando al potencial usuario y acercando solo a quienes quisieran aprender la habilidad de comunicarse con esa ‘elegancia’.

Por cierto, en eso de la fineza en los estilos literarios, valdría explorar o redescubrir diversas vias, con el único fin de hacerlos mas accesibles: En el siglo XVII, Tirso de Molina, en ‘El condenado por desconfiado’ (Edivisión, 1999), hizo hablar a un salteador en versos amenos, –tal vez complicados para el lector moderno, poco acostumbrado a la rima y al manejo del español antiguo-:

‘Yo nací mal inclinado,/ como se ve en los efetos/ del discurso de mi vida/ que referiros pretendo. Las mujeres estafaba;/ y no dándome dinero,/ visitaba mi navaja/ su rostro luego al momento’.

Pero ahora, para darse 'aires de cultura' muchos repiten vicios, esos que definió George Orwell en su ensayo de 1946 "La politica y el idioma ingles': 'Lo peor de la escritura moderna no consiste en elegir las palabras a causa de su significado e inventar imagenes para hacer mas claro el significado. Consiste en pegar largas tiras de palabras cuyo orden ya fijó algun otro, y hacer presentables los resultados mediante una trampa', para luego rematar: 'El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad'.

Quizá, el paso del tiempo y la acumulacion de investigaciones bien dirigidas y mejor intencionadas, no sean suficientes para desplegar los círculos que se dicen abiertos de brazos, aunque en realidad estén cerrados de entendimiento; pero, por el momento, la lucha vale la pena.

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