Seres 'extraordinarios’
La mayoría de los instrumentos de medición con reconocimiento ‘cultural’ y validez científica, como la Encuesta Nacional de Lectura 2006, suelen dejar de lado aspectos de gran cuantía, que pudieran ayudar a resolver el enorme enigma del supuesto atraso lectoral.
Un paréntesis: (Sorprende que algunos, aun se muestren inquietos por la mínima cantidad de libros leídos por el mexicano -2.9, según Conaculta-, cuando hasta en la cuna del ‘buen gusto literario’, como lo es París, existe un porcentaje significativo de seres que no han leído, ni leerán jamás: http://victormartinezceniceros.blogspot.com/2006/08/pars-y-mexicali.html).
Las encuestas, los grupos de foco y demás herramientas para evaluar comportamientos, se han consolidado debido a la certidumbre de los datos que han arrojado, aunque es preciso advertir, que no en todas las materias, su aplicación es eficaz.
En el caso particular de aspectos relacionados con el binomio preparación-ignorancia, las respuestas –la experiencia lo dice- tienden a estar condicionadas a la idea de dejar la percepción de que el encuestado o es muy letrado, o por lo menos, no quiere parecer un ignaro: Cuántos libros lee; su último grado de estudios, qué opina sobre tal acontecimiento.
De enorme valor –aunque tal vez, sin tanto reconocimiento formal-, es la observación directa de comportamientos (lectores, en este caso) para comenzar a aclarar el panorama.
Uno puede recorrer sitios de consumo popular y descubrir a damas y a caballeros, en cuclillas, recostados, de pie, pero básicamente, leyendo –con sumo interés-, historietas de todo tipo. Para efectos estadísticos o antropológicos, lo ideal sería comenzar a soltar una batería de preguntas sobre sus hábitos, pero eso representa una invasión del espacio privado y personal. En casos como el anterior, solo la observación directa –y discreta- es lo más recomendable.
Por que, una de las ‘trampas’ o quimeras en las que suelen caer quienes encargan la realización de un trabajo de investigación en materia social, o de quien promueve la lectura de manera oficial u oficiosa, es darle un peso desproporcionado a los ‘seres extraordinarios’.
Recuerdo, que en el 2004, se hizo para el INEA Baja California, un trabajo de promoción donde lo primordial era incrementar el numero de usuarios de los servicios de primaria y secundaria gratuita, entre el sector de bajo ingreso económico; la estrategia tradicional, que siempre ha servido para quedar bien con los jefes, y además, impacta entre todos, menos en el grupo que interesa, es apelar a los casos de éxito, esos que he denominado como ‘seres o personas extraordinarias’.
Pero, en el análisis de las personalidades, uno descubre que siempre va a encontrar –por mala fortuna, en menor cantidad-, aquellos con la semilla en el interior, a la espera de que las condiciones se acomoden o ellos mismos las preparen, para germinar. Por lo general, esas personas llaman la atención por su proceder, diametralmente distinto al de su entorno: superan adversidades con enorme habilidad, buscan su mejoramiento de manera constante.
Cuando se desconoce, o, peor, se quiere ignorar lo mencionado arriba, entonces los esfuerzos se desperdician, por que se pretende que la mayoría responda ante los estímulos de la minoría.
Los promotores de lectura, han justificado su proceder, bajo la idea quimérica de que en una feria del libro, en la presentación de una obra, en charlas doctas, han descubierto el surgimiento de nuevos lectores, aunque en la realidad, el público meta, engañe sobre sus hábitos en una encuesta: menciona un libro ‘culto’ para no verse mal, aunque en la bolsa trasera cargue uno ‘de vaqueros’.
Un paréntesis: (Sorprende que algunos, aun se muestren inquietos por la mínima cantidad de libros leídos por el mexicano -2.9, según Conaculta-, cuando hasta en la cuna del ‘buen gusto literario’, como lo es París, existe un porcentaje significativo de seres que no han leído, ni leerán jamás: http://victormartinezceniceros.blogspot.com/2006/08/pars-y-mexicali.html).
Las encuestas, los grupos de foco y demás herramientas para evaluar comportamientos, se han consolidado debido a la certidumbre de los datos que han arrojado, aunque es preciso advertir, que no en todas las materias, su aplicación es eficaz.
En el caso particular de aspectos relacionados con el binomio preparación-ignorancia, las respuestas –la experiencia lo dice- tienden a estar condicionadas a la idea de dejar la percepción de que el encuestado o es muy letrado, o por lo menos, no quiere parecer un ignaro: Cuántos libros lee; su último grado de estudios, qué opina sobre tal acontecimiento.
De enorme valor –aunque tal vez, sin tanto reconocimiento formal-, es la observación directa de comportamientos (lectores, en este caso) para comenzar a aclarar el panorama.
Uno puede recorrer sitios de consumo popular y descubrir a damas y a caballeros, en cuclillas, recostados, de pie, pero básicamente, leyendo –con sumo interés-, historietas de todo tipo. Para efectos estadísticos o antropológicos, lo ideal sería comenzar a soltar una batería de preguntas sobre sus hábitos, pero eso representa una invasión del espacio privado y personal. En casos como el anterior, solo la observación directa –y discreta- es lo más recomendable.
Por que, una de las ‘trampas’ o quimeras en las que suelen caer quienes encargan la realización de un trabajo de investigación en materia social, o de quien promueve la lectura de manera oficial u oficiosa, es darle un peso desproporcionado a los ‘seres extraordinarios’.
Recuerdo, que en el 2004, se hizo para el INEA Baja California, un trabajo de promoción donde lo primordial era incrementar el numero de usuarios de los servicios de primaria y secundaria gratuita, entre el sector de bajo ingreso económico; la estrategia tradicional, que siempre ha servido para quedar bien con los jefes, y además, impacta entre todos, menos en el grupo que interesa, es apelar a los casos de éxito, esos que he denominado como ‘seres o personas extraordinarias’.
Pero, en el análisis de las personalidades, uno descubre que siempre va a encontrar –por mala fortuna, en menor cantidad-, aquellos con la semilla en el interior, a la espera de que las condiciones se acomoden o ellos mismos las preparen, para germinar. Por lo general, esas personas llaman la atención por su proceder, diametralmente distinto al de su entorno: superan adversidades con enorme habilidad, buscan su mejoramiento de manera constante.
Cuando se desconoce, o, peor, se quiere ignorar lo mencionado arriba, entonces los esfuerzos se desperdician, por que se pretende que la mayoría responda ante los estímulos de la minoría.
Los promotores de lectura, han justificado su proceder, bajo la idea quimérica de que en una feria del libro, en la presentación de una obra, en charlas doctas, han descubierto el surgimiento de nuevos lectores, aunque en la realidad, el público meta, engañe sobre sus hábitos en una encuesta: menciona un libro ‘culto’ para no verse mal, aunque en la bolsa trasera cargue uno ‘de vaqueros’.
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