jueves, agosto 10, 2006

Mucho ruido...



Aunque no parezca, hay tantas investigaciones acerca de la lectura, que sorprende el hecho de que no exista un consenso sobre un qué hacer eficaz.

Y el asunto persistirá mientras siga esa injustificada preocupación por sostener al libro y a la lectura, como las principales formas para el disfrute, o para adquirir conocimientos.

Pero una cosa distinta es libro y otra el proceso de lectura, y esa es una de las confusiones que es posible detectar entre los estudiosos de la materia. No es lo mismo -por supuesto- libro que lectura, a menos que al final de los tiempos, se decida convertir en genérico el nombre de ‘libro’, y sea aplicado a las nuevas modalidades tecnológicas, y en todo lo que tenga que ver con pasar la vista por un documento y comprender el significado; solo de esa forma, podría aceptarse la utilización arbitraria de ambas palabras.

Otro error: Casi la mayoría de los estudios sobre lectura, por más considerados y democráticos que pretendan ser, no dejan de brindarle un sitio especial al libro, pero más específico, a la literatura como un género que tiene el potencial de modificar conciencias.

Ante el lamento de que no se lee, y la invitación a que se haga, la literatura juega el papel más importante, dejando de lado, cualquier otro género y cualquier otra actividad.

En la lucha por defender al libro, es posible ubicar dos posiciones: Quienes lo tienen como un objeto de culto, y desean mantenerlo alejado del consumo popular, por más que pregonen lo contrario, y por otro lado, se encuentran aquellos que defienden la libertad individual de leer, pero también la de no leer, no obstante, a final de cuentas, todo sigue girando alrededor de un documento.

En su obra ‘¿Qué leen los que no leen?. El poder inmaterial de la literatura, la tradición literaria y el hábito de leer’, Juan Domingo Argüelles, plantea en la página 76, el quid de su reflexión:

‘El problema parece ser, desde hace muchos años, cómo elogiar, encomiar, exaltar o enaltecer el ejercicio de leer y escribir, para que a raíz de ese estímulo se convierta en un hábito, sin que ello nos conduzca a la inquietante frustración y el suspicaz sentimiento de que todo ello es para someternos a permanentes exámenes de conocimiento’.

Páginas mas delante, surge una salida al problema planteado por el autor: ‘Encontrar sentido a la vida en cosas relacionadas con la lectura y la escritura es tan válido como hallarlo en otras manifestaciones; nadie debe de sentirse marginal de la cultura por que no lee libros o por que lea nada mas unos cuantos. Se revela una grave deformación cultural cuando se exigen medidas de cantidad de lectura’.

‘Para Leer’ surgió bajo dos premisas: la primera de ellas es la de colaborar en la desmitificación del valor del libro y de la lectura como patrimonio cultural de unos cuantos; la otra, es poner a disposición de quien desee, las diversas fuentes a través de las cuales, es posible obtener conocimiento para el disfrute de la vida.

En el primero de los casos, ha sido un tradicional obstáculo para un aprendiz, la posición soberbia de quienes aseguran poseer un enorme capital intelectual; lejos de establecer estrategias que brinden resultados para multiplicar, son sus actitudes, la principal arma antipromotora. ‘El libro y la lectura, por si mismos no sirven para nada. La vida está en otra parte (incluso en los libros), pero muchos no se dan cuenta de ello, empeñados en atribuir a las formas vacías un carácter esencial que, desde luego, no poseen’, expuso Argüelles en la obra citada.

Pero el trabajo no termina ahí, ubicando al petulante en el lugar que le corresponde, por que entre otras muchas cosas, aun falta comprender los diversos caminos para el entendimiento y disfrute de la vida, y además, por si fuera poco, al zumbón, poco le importa ser señalado.

Esta situación comenzará a cambiar, cuando se le otorgue el valor que tiene la adquisición de conocimientos útiles, prácticos (y por ambos términos debe entenderse aquello que genere lo mismo armonía interna, que resultados tangibles) por medio de diversas fuentes.

La lectura de libros impresos y a través de computadoras, es una de las múltiples herramientas disponibles, pero existen otras más, igual de importantes como el diálogo, la observación de nuestro entorno; habrá primero, que darnos las oportunidad de conocerlas, y luego vivirlas.

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