miércoles, julio 05, 2006

El valor real del libro


A partir de algunos elementos, es posible establecer lo que de antemano debería estar claro: que no es estrictamente necesario saber leer y escribir para aprender algo útil y valioso. En la indispensable obra para entender el impacto de la palabra escrita, ‘La Galaxia Gutenberg’, su autor Marshall McLuhan, destaca la sorprendente consideración de Santo Tomás de Aquino:

‘Ni Sócrates, ni Nuestro Señor confiaron sus enseñanzas a la escritura por que no es posible por medio de ella la clase de interacción entre las mentes, necesaria en el adoctrinamiento’; el libro de los Romanos 10:17, en la Biblia, lo deja bastante claro: ‘luego la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios’.

Intentar dar orden al modelo tradicional, que establece el valor del libro, y de la lectura per se, representa un enorme riesgo; lo de menos sería ser tildado de ignorante, o inculto, por cuestionar la funcionalidad de un modelo confuso, parchado, y manoseado de acuerdo a las circunstancias.

Primer problema que facilita la confusión: En el manejo de los términos, no existe una claridad entre la función que conlleva el vocablo libro y lectura. Al erudito le queda claro que el libro tiene y debe de tener un público especializado, para cumplir funciones específicas aunque un tanto vaporosas.

‘Lo deseable para todos los libros no es que tengan millones de lectores, sino su público natural: utópicamente, el que pudiesen alcanzar si la distribución fuese perfecta y el precio indiferente, de manera que todo posible lector interesado tuviese la oportunidad de leerlos’ (Gabriel Zaid en ‘Vuelta’, mayo de 1996, ‘Interrogantes sobre la difusión del libro).

En materia de ‘lectura’ José Ortega y Gasset dedica un capítulo, incluido en el libro de 1967 ‘Misión del Bibliotecario’, y en él, analiza detenidamente el proceso, pasando por el manejo del lenguaje hablado: ‘…leer no es, sin más, deslizarse sobre el texto, sino que es forzoso salir del texto, abandonar nuestra pasividad y construirnos laboriosamente toda la realidad mental no dicha en él’; cabe aclarar que esta explicación, tenía como objetivo servir como una guía de estudio para futuros lectores del ‘Banquete’ de Platón.

Un cambio eficaz en la manera de percibir el mundo del saber, debería de considerar la exploración del valor del conocimiento y las diversas veredas que hay que recorrer para lograrlo; en dejar de ver al libro como un objeto de culto, y como la única vía para acceder a estados de nobleza interna, situación ésta, difícil de comprender para un ciudadano deseoso de encontrar una vida mas efectiva, pero alejado del mundo culto.

O bien, si se decide porfiar en la cuantía del libro impreso (haciendo a un lado toda información con valor latente, que provenga de diversas fuentes: una charla en apariencia intrascendente, algún programa de televisión, manuales informativos, o la simple contemplación del entorno, para luego sacar conclusiones sobre cómo operar en la vida cotidiana) habría que comenzar por quitar el velo que estorba, y colocar al producto a la mano del consumidor potencial, que en teoría, es enorme.

1 Comentarios:

Blogger Laura M. López-Murillo dijo...

"Para mí, el mundo es un conjunto de referencias abiertas por los libros, descriptivos o poéticos, que he leído, comprendido y amado. Solo la escritura, al liberarse de su autor, de su auditorio original y de las limitaciones del tiempo, revela el destino del discurso como proyección del mundo".

Paul Ricoeur

viernes, julio 07, 2006 1:20:00 a.m.  

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