Formar lectores
Confundir los medios con el fin, es tal vez, uno de los principales errores que cometemos al emprender acciones; y esto es producto de no tener bien definido cual es nuestro objetivo.
Esto, que parece un simple principio de organización, obligatorio para lograr que todo salga bien, es la más común de las fallas, pero quizá la menos valorada, por que mientras vemos resultados, poco nos preocupa que los métodos sean los mas óptimos, o que respondan a nuestra necesidad (si es que acaso, conocemos a ciencia cierta lo que requerimos).
Cuando no tenemos la certeza de qué deseamos lograr, es complicado definir un cómo efectivo, y sobran los cómos que semejan a los palos de ciego: en algún momento pueden tocar algo. La probabilidad de conseguir un buen resultado, de acuerdo a esta dinámica, es directamente proporcional a la cantidad de golpes lanzados al aire (no resulta obvio decir que los desperdicios de tiempo, dinero y esfuerzo, se multiplican también de forma proporcional).
De acuerdo a lo anterior, resulta complicado poder remover paja y descubrir cual es el objetivo real que persiguen los promotores de lectura. “Hay que leer, por que es importante y valioso leer; te transforma en alguien culto, puedes incrementar tu habilidad para conversar, y hasta es posible que te conviertas en escritor”, es el argumento que podemos rescatar, de las diversas posturas pro lectura que han establecido, tanto la autoridad, como los promotores voluntarios.
Pero eso que hemos definido de manera arbitraria y para efectos de esta columna, como la motivación de los promotores, está lejos de cumplir con los requisitos de un objetivo, y forma parte del plano de los buenos deseos de un grupo de seres, que han encontrado satisfacción en el proceso de leer, gracias a los estereotipos que los guiaron y que terminan reforzando: Leer bajo la cálida luz de una lámpara enfundado en una bata, rodeado de cientos de libros, tomando una copita de jerez, con lo bifocales en la punta de la nariz, y un cigarro en la punta de la mano, soñando en ser reconocido como un ente distinto a los demás, solo por acumular millas aire, o libros leídos.
Suponiendo que el objetivo sea que el mexicano se apodere de los grandes títulos de la literatura mundial (sin saber exactamente para qué), podemos concluir que las estrategias seguidas hasta la fecha, no han dado los mejores resultados, esto, en relación a la cantidad de libros producidos, vendidos, leídos y hasta consultados en una biblioteca (es sencillo determinar si un libro ha sido consultado a partir de su estado físico; por lo general en las bibliotecas públicas, abundan los libros casi nuevos o solo manoseados).
Deberíamos de leer por que la lectura (junto a la observación de la naturaleza, la conversación con quienes mas saben y la natural reflexión) representa un camino para la obtención de conocimientos –formales e informales- que nos permitirán descubrir que nuestra principal meta, es vivir esta vida lo mejor posible, pero no solo en el plano metafísico, sino en el mundo cotidiano, palpable.
Y para eso, debemos apoyarnos en todo lo que tengamos disponible: libros de todas categorías (no exclusivamente literatura), deseos de aprender, apertura para el dialogo cotidiano -no solo las charlas doctas-, dar mayor valor a las señales de nuestro entorno, a los comportamientos de nuestros semejantes, a los logros y fracasos.
Pero eso no es culturalmente correcto y hasta puede llegar a ofender a quienes viven de y para eso, aunque si se analiza bien, aquellos que logran ventas efectivas, colocan su producto en el ámbito de una necesidad bien definida.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación
marcen09@hotmail.com
Esto, que parece un simple principio de organización, obligatorio para lograr que todo salga bien, es la más común de las fallas, pero quizá la menos valorada, por que mientras vemos resultados, poco nos preocupa que los métodos sean los mas óptimos, o que respondan a nuestra necesidad (si es que acaso, conocemos a ciencia cierta lo que requerimos).
Cuando no tenemos la certeza de qué deseamos lograr, es complicado definir un cómo efectivo, y sobran los cómos que semejan a los palos de ciego: en algún momento pueden tocar algo. La probabilidad de conseguir un buen resultado, de acuerdo a esta dinámica, es directamente proporcional a la cantidad de golpes lanzados al aire (no resulta obvio decir que los desperdicios de tiempo, dinero y esfuerzo, se multiplican también de forma proporcional).
De acuerdo a lo anterior, resulta complicado poder remover paja y descubrir cual es el objetivo real que persiguen los promotores de lectura. “Hay que leer, por que es importante y valioso leer; te transforma en alguien culto, puedes incrementar tu habilidad para conversar, y hasta es posible que te conviertas en escritor”, es el argumento que podemos rescatar, de las diversas posturas pro lectura que han establecido, tanto la autoridad, como los promotores voluntarios.
Pero eso que hemos definido de manera arbitraria y para efectos de esta columna, como la motivación de los promotores, está lejos de cumplir con los requisitos de un objetivo, y forma parte del plano de los buenos deseos de un grupo de seres, que han encontrado satisfacción en el proceso de leer, gracias a los estereotipos que los guiaron y que terminan reforzando: Leer bajo la cálida luz de una lámpara enfundado en una bata, rodeado de cientos de libros, tomando una copita de jerez, con lo bifocales en la punta de la nariz, y un cigarro en la punta de la mano, soñando en ser reconocido como un ente distinto a los demás, solo por acumular millas aire, o libros leídos.
Suponiendo que el objetivo sea que el mexicano se apodere de los grandes títulos de la literatura mundial (sin saber exactamente para qué), podemos concluir que las estrategias seguidas hasta la fecha, no han dado los mejores resultados, esto, en relación a la cantidad de libros producidos, vendidos, leídos y hasta consultados en una biblioteca (es sencillo determinar si un libro ha sido consultado a partir de su estado físico; por lo general en las bibliotecas públicas, abundan los libros casi nuevos o solo manoseados).
Deberíamos de leer por que la lectura (junto a la observación de la naturaleza, la conversación con quienes mas saben y la natural reflexión) representa un camino para la obtención de conocimientos –formales e informales- que nos permitirán descubrir que nuestra principal meta, es vivir esta vida lo mejor posible, pero no solo en el plano metafísico, sino en el mundo cotidiano, palpable.
Y para eso, debemos apoyarnos en todo lo que tengamos disponible: libros de todas categorías (no exclusivamente literatura), deseos de aprender, apertura para el dialogo cotidiano -no solo las charlas doctas-, dar mayor valor a las señales de nuestro entorno, a los comportamientos de nuestros semejantes, a los logros y fracasos.
Pero eso no es culturalmente correcto y hasta puede llegar a ofender a quienes viven de y para eso, aunque si se analiza bien, aquellos que logran ventas efectivas, colocan su producto en el ámbito de una necesidad bien definida.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación
marcen09@hotmail.com
1 Comentarios:
Enhorabuena me gusta mucho su estilo de escribir, lo considero facil de "digerir", claro y sencillo, pero a la vez con un toque de conocimiento en lo que escribe. Quize empezar a leer, pues obviamente que por el principio, valgame la redundancia. Ahora que mis actividades escolares estan tan limitadas, ( de hecho, estan en coma ) le pregunto como una ex-alumna; que libro me recomienda para mis tiempos de ocio?
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